Este es el último capítulo de nuestro cuento y lo voy a dedicar a explicar un fenómeno muy curioso que sucede en Decibelandia.
Pues resulta que en Decibelandia se emitió un decreto en el que se proclamó una ley cuyo propósito, explicado en la exposición de motivos de la misma, es que los visitantes a Decibelandia no olviden que el sonido se puede estimar o medir en dB HL y en dB SPL. Así que, en lugar de a.m. y p.m. como sucede en la tierra, la mitad del día es dB HL y la otra mitad es dB SPL.
Lo anterior tiene consecuencias muy importantes, porque cuando estamos en dB HL los pisos en los edificios son rectas y parece que no tienen fin. Los edificios de Decibelandia están conectados en cada piso, porque no sería buena idea tener que bajar y volver a subir al mismo piso, especialmente si estamos en los pisos más altos.
Así que, en cualquier piso, si vemos a la derecha o a la izquierda, los pisos parecen perderse en el infinito.
Sin embargo, cuando estamos en el horario dB SPL las rectas no son rectas sino que, en los extremos, empiezan a subir como lo ven los que hacen surfing entre las olas, y así se ve tanto si volteo para la izquierda, como si volteo para la derecha en el horario dB SPL.
Pues hemos terminado una descripción de Decibelandia y, como en la película Volver al Futuro, vayamos a Decibelandia en nuestro Lamborghini.